Cuando duermo, duermo…
Cuentan que un día, un grupo de alumnos de un viejo Maestro Zen se le acercaron y le preguntaron lo siguiente:
-Señor, ¿qué haces para estar contento y parecer siempre tan feliz? ¿Cómo lo logras? Nosotros también deseamos disfrutar de la felicidad como tú.
El viejo sonrió, y tras contemplarlos un momento en silencio, respondió:
-Cuando duermo, duermo. Cuando me levanto, me levanto. Cuando camino, camino. Y cuando estoy comiendo, estoy comiendo.
A lo que los alumnos, mirándose desconcertados, añadieron:
-Por favor, Maestro, no te burles. Eso que dices también lo hacemos nosotros. Dormir, levantarse, comer, caminar… Todos nosotros hacemos lo mismo que tú. Y sin embargo, no somos felices. ¿Cuál es entonces tu secreto?
De nuevo obtuvieron la misma respuesta del Maestro:
– Cuando duermo, duermo. Cuando me levanto, me levanto. Cuando camino, camino. Y cuando estoy comiendo, estoy comiendo.
Pero esta vez, al ver la inquietud y tristeza de sus alumnos, el viejo Maestro añadió algo más:
-Sí, puede ser que vosotros también durmáis, os levantéis, comáis o caminéis. Pero seguramente mientras dormís pensáis también en despertaros; apenas os habéis levantado ya estáis pensando a dónde ir, y a la vez que camináis os estáis preguntando también qué comeréis después. Vuestros pensamientos están siempre en otro lugar y no allí en donde estáis en cada momento. Y la vida pasa precisamente en ese momento breve entre el pasado y lo que está por venir. Concentraos en él y disfrutadlo. Porque de esta forma podréis apreciar el sentido de cada instante y se os ofrecerá la oportunidad de ser, de verdad, felices.